¡Hay que comer de todo!, escuchamos y leemos por todas partes. La dieta mediterránea, la nuestra, se ha consolidado desde hace años como la más sana gracias a la variedad y equilibrio de sus alimentos, pero, ¿cómo lo hacemos para convencer a los más pequeños de la casa para que adquieran este hábito?

Conocida es la aversión de muchos niños por algunas legumbres, verduras y frutas, algo que los mayores ya no entendemos porque (casi) todo nos parece delicioso pero… ¡Seguro que también podéis recordar alguna fobia infantil! Venga, ¿a quién le gustaba comer hígado por mucho que nuestras madres trataran de enmascararlo con ajo y perejil?

Afortunadamente, cada vez contamos con más recursos culinarios para poder modificar sabores y texturas de manera que puedan ser del agrado de los paladares más pequeños. Existen infinidad de recetas imaginativas y, por supuesto, sanas, que se han creado pensando en ellos.

Por otra parte, establecer una serie de hábitos en familia nos ayudará también a incluir todo lo que podéis ver en la pirámide sin que nos cause sensación de agobio, ¡parece que no hay horas en el día para masticar todas las raciones recomendadas!

1.     Nuestro ritmo de vida nos lo pone cada vez más difícil, pero es fundamental establecer un horario, al menos, para las comidas principales. Disfrutemos de unos ricos platos así como de un rato en familia.

2.     Tal y como comentábamos en un post anterior, implicar a nuestros hijos en la cocina les ayudará a estar en contacto con los alimentos. Querrán devorar lo que han preparado con sus manitas.

3.     Invita a algún amigo suyo a comer de vez en cuando. Convierte la hora del almuerzo o la cena en algo placentero.

4.     En la medida de lo posible, cambia bollería y productos procesados por piezas de fruta, bocadillos y otros alimentos más nutritivos. (¡Pero no les dejes sin caprichos!)

5.     Nuestra labor como padres es educarles para que coman de manera sana, así que, ¿por qué no informarles de todos los beneficios que ello conlleva? Evita que las horas de la comida acaben indentificándose con momentos de conflicto o que las perciban como premios y castigos.

Añade zumos y agua a lo largo del día y ya tienes la receta perfecta para que crezcan sanos, fuertes y llenos de vitalidad.