Cada cual tiene su sabor favorito. O lo prefiere en cucurucho o tarrina. Sus sitios preferidos para comprarlos e incluso sus rincones donde comérselo. Los termómetros marcan que ya ha llegado el verano, aunque según el Observatorio Astronómico Nacional no empezará hasta el 21 de este mes. A las 12:51 horas, más concretamente.

Aunque si hay algo que marca realmente la llegada del buen tiempo y del periodo estival es cuando abren las heladerías y se empieza a ver a gente comiéndose un refrescante sorbete.

El origen de este producto tan popular desde que el calor empieza a apretar no está claro. Como casi todo, parece que China es el punto de partida de mezclar hielo con leche para hacer algo similar. Lo que sí parece seguro es que lo más parecido a lo que en la actualidad conocemos como helado nace en la Italia y se expande hacia Francia, donde se puede considerar que, ya en el siglo XVI, se estableció la primera heladería en París.

Y en cuanto a los que se preocupen sobre la idoneidad de comer helado dentro de una dieta saludable, no deberían. Como todo, en su justa medida, aporta numerosos nutrientes al organismo que no tendrían que despreciarse a la ligera.

Según el Libro Blanco de los Helados, «el contenido de proteínas y su riqueza en aminoácidos esenciales son una de las características nutricionales de los helados que permiten separarlos del concepto de golosina». En comparación con otras meriendas habituales, «los helados se muestran como los menos calóricos de todos los productos» y su contenido de grasa es menor por cada cien gramos que en la bollería y la galletería.

De todas maneras, en el mismo estudio, coordinado por la profesora de María del Carmen Vidal, doctora en Farmacia y catedrática de Nutrición y Bromatología en la Universidad de Barcelona, también se señala que “lo más recomendable para el consumo de helados desde una perspectiva nutricional es que se integren dentro de las comidas habituales y no su ingesta entre horas”.

También son un tipo de alimento que acompañan muy bien a determinadas frutas, como las fresas o el plátano, por lo que también se puede hacer que los más pequeños consuman ciertos productos a los que quizás no están acostumbrados con una razonable dosis de helado.

Además, los helados que contiene leche son una fuente de calcio y de vitamina B2 para los más pequeños. Y sí, la aportación de azúcares de los helados es importante, pero durante el verano se podría sustituir la ingesta de este tipo alimentos por otras fuentes. Dentro de una dieta equilibrada, el consumo razonable de helado además se identifica con una sensación placentera que nos acompaña.