Hablar de lácteos es tomar como referencia la leche y todos los productos derivados de la misma. Estos alimentos tienden a ser muy perecederos, por lo que es importante mantenerlos en buen estado a través de una refrigeración óptima. Los lácteos, además, son productos muy completos y ricos en vitaminas, fundamentales para el desarrollo y el crecimiento en edades tempranas. El calcio, fósforo, magnesio y las proteínas que aportan son algunos de los elementos que deben estar presentes en la dieta de los más pequeños; por eso, seguir una alimentación basada en lácteos es una apuesta segura de cara a contribuir al rendimiento de los niños.

Desde la Copa COVAP siempre hemos hecho hincapié en los beneficios de este tipo de alimentos, donde también es relevante conocer el número de raciones que debemos tomar para llevar a cabo un consumo moderado, ya que de esta forma los efectos positivos sobre el organismo serán más eficaces que si nos decantamos por alimentarnos de manera descontrolada.

Lo recomendable en la infancia es que los niños, y más para aquellos que combinan su desarrollo con la práctica deportiva, consuman unas tres raciones diarias de productos lácteos. Para que la dieta sea lo más variada y equilibrada posible, es necesario complementar el aporte de vitaminas y proteínas con otros alimentos, como la fruta, las verduras, la carne y el pescado.

Los lácteos, como fuente fundamental de calcio, son fundamentales para el crecimiento y desarrollo de los niños

Estos son algunos de los lácteos más saludables y recomendados para alternar en la alimentación de nuestros hijos y recibir los nutrientes más elementales:

Yogur

Un clásico para el postre que aporta calcio, fósforo y vitaminas de tipo B. Asimismo, juega un papel fundamental en la regulación de la flora intestinal. Dentro del amplio espectro de sabores y tipos, los más recomendables suelen ser los naturales y sin azúcar, sobre todo porque son perfectos para añadirle algo de fruta y convertir un producto que ya de por sí es exquisito en una mezcla saludable que tu organismo agradecerá.

Leche

La leche es sin lugar a dudas el primer lácteo en el que todo el mundo piensa. Sin embargo, algunas personas tienen que optar por la leche desnatada o sin lactosa por problemas de intolerancia. Esta, no obstante, es beneficiosa por su bajo contenido en calorías, permitiendo que personas con problemas de salud o sobrepeso puedan consumirla sin temor a sufrir consecuencias. De igual modo, estamos ante un producto considerado una importante fuente de calcio y fósforo, esencial para prevenir la aparición del colesterol malo.

Queso

Se trata de un derivado lácteo cuyo consumo hay que limitar si nuestros hijos tienen colesterol o hipertensión. En estas situaciones, el queso fresco de cabra y de oveja son dos buenas alternativas. En cuanto al tipo, los semicurados cuentan con todas las propiedades nutricionales. Los quesos suelen contener vitamina A y de tipo B. Asimismo, como fuente de calcio también son necesarios para el fortalecimiento de los huesos.