El deporte y la práctica de ejercicio pueden llegar a convertirse en un factor de presión para los niños y niñas, sobre todo cuando los padres o entrenadores ponen el foco en los resultados con la intención de sacar la mejor versión de los más pequeños.

Sin embargo, centrarse en los objetivos y en que el niño dé lo mejor de sí puede llevarle a desarrollar cierta apatía y empujarle a renunciar o abandonar. Por ello, es fundamental centrar la atención en los beneficios que proporciona el deporte y convencer a los menores de que lo importante es la diversión sin presiones ni exigencias.

Esta norma también es aplicable a los entrenadores, que son, en muchos casos, los responsables de fomentar el rendimiento de sus pequeños deportistas sin que ello vaya en detrimento de la predilección que sienten por su actividad física favorita.

Desde la Copa COVAP, y en colaboración con el Consejo General de la Psicología de España (COP), destacamos tres consejos que servirán para sacar el máximo potencial de los niños que practican deporte sin que ello les genere presión o ansiedad.

 

Autoconfianza

Recuerda a los niños la importancia y los beneficios del deporte y destaca sus valores. Es decir, subraya todos aquellos aspectos positivos que la actividad física conlleva. Así, una vez que conocen sus ventajas, se encontrarán más predispuestos a continuar.

Potencia también su autoconfianza en base a su capacidad y habilidad, y hazles conscientes de que son un miembro más del equipo con el rol de aportar su valor y propia personalidad.

 

Equipo y comunicación

Los entrenadores tienen la responsabilidad de crear un clima deportivo satisfactorio y agradable en el que los niños se sientan protegidos, entendidos y respetados. Deben sentirse acogidos en ese espacio deportivo.

También es importante procurar una comunicación sana a través de mensajes positivos y constructivos, además de concederles la oportunidad de que hablen abiertamente y puedan expresar sus inquietudes y preferencias.

 

 

Metas realistas y posibles

De nada sirve fijar objetivos imposibles, o que no se adaptan a la edad y el rendimiento, porque solo así conseguiremos que los niños no se sientan cómodos a la hora de jugar o practicar deporte.

Esto puede llevar al rechazo absoluto como consecuencia del temor que les invade cuando se ven incapaces de cumplir dichas metas. ¡Establece objetivos realistas y que se puedan cumplir a corto plazo!